Bajando de uno de los lagos que adornan las laderas en las montañas del valle de Arán, y en un par de curvas de la pista forestal por la que transitábamos, descubrí pequeños rincones que se me antojaron mágicos. Un frondoso tapiz formado por helechos, tréboles y en ocasiones musgos, estaba rematado por estas pequeñas florecillas rosas que aportaban el contrapunto visual y la nota de color.
Baste decir que a los dos días volví a subir por mi cuenta hasta tropezar con estas pequeñas joyas, y así poder trabajar con tranquilidad e intentar aprovechar todo su potencial.
Aquí tenéis una muestra del trabajo realizado que espero sea de vuestro agrado.
Nikon D2x, AF-S Nikkor 70-200mm F2.8 VR ED, polarizador, trípode, Raw, ISO 100
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