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martes, 6 de febrero de 2018

Rojo carmín



Como ya he comentado en alguna de mis entradas anteriores, los serbales (Sorbus domestica) son para mi gusto los arbolitos quizás llamativos en la época otoñal, pues despliegan una variedad de colores que van del verde al rojo intenso pasando por amarillos, naranjas y ocres, con el atractivo adicional, que en los días de cambio en los tonos de las hojas, todo la gama se puede mostrar en un mismo ejemplar. Un regalo para la vista y un preciado bien fotográfico.

Llevado a un extremo, pues no es muy usual, el ejemplar que protagoniza esta entrada estaba teñido, casi en exclusiva, de un intenso color rojo carmín, lo que le confería unos poderosos atractivo y fuerza visual.

Con el objeto de aprovechar al máximo el potencial de este árbol, decidí centrarme exclusivamente en su hojarasca sin permitir que elementos extraños pudiesen distraer la atención del sujeto, por lo que trabajando con una focal media, se cerró mucho en encuadre, de modo que la presencia de las hojas que llamaron mi atención protagoniza, por no decir monopoliza, el protagonismo visual de la imagen.

Capcir, Francia.

Nikon D2x, AFS Nikkor 70-200mm VR ED f/2.8, polarizador, trípode, Raw, ISO 1oo.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Cuando el trazo lo pone el viento



Todo depende del prisma con el que miramos las cosas.

En la fotografía de o en los bosques, uno de nuestros mejores aliados suele ser la ausencia de viento. 

Gracias a ello podremos trabajar con diafragmas cerrados garantizado la profundidad de campo necesaria, y tan o más importante si cabe, la definición y nitidez de las hojas que aparecen en la escena.

Pero como todo es relativo, dependiendo del día de la sesión o de un periodo de esta, la tranquilidad a la que nos referíamos no solo no se produce, sino que el viento todo lo puede y zarandea sin compasión alguna, hojas y ramas circundantes. Es el momento de ver una oportunidad en el problema y jugar creativamente con las posibilidades que nos ofrece esta situación.

En la imagen que encabeza esta entrada, se optó por jugar con un diafragma bastante cerrado forzando así una velocidad lenta, gracias a la cual aprovechamos la fuerza del viento para “pintar” una imagen que de otro modo no sería posible.

El resultado, como siempre será valorado según el criterio del espectador, pero creo que ofrece una visión poco común de un rincón del bosque con cierta estética y fuerza visual.

Nikon D2x, AFS Nikkor 70-200mm f2.8 VR ED, polarizador, trípode, Raw, ISO 100, trípode.

domingo, 5 de noviembre de 2017

"El alma del bosque - la hora azul"




Siempre he estado de acuerdo con la expresión “La luz es el pincel el fotógrafo” pues es precisamente la luz la que nos permite ver y captar con diferentes aproximaciones visuales los entornos en los que desarrollamos nuestra actividad fotográfica por muy conocidos que estos sean para nosotros.

Y para muestra un botón: La imagen que ilustra este post corresponde a uno de los recodos que prácticamente trabajo cada otoño en uno de mis recorridos por el parque natural del Montseny (Barcelona). Lo he fotografiado prácticamente a todas las horas del día, eso sí, siempre con cielos tapados, pues considero que es la iluminación más adecuada al motivo de elección, y a poder ser, en momentos calmados con respecto al viento, aunque dado que el rincón escogido se halla en una curva del camino, este último aspecto suele ser más difícil.

Como considero que uno de los mejores aliados del fotógrafo en el campo es esperar a que las luces desaparezcan, lo que hace que en la mayoría de los casos acabes siendo el último en abandonar el lugar, en esta ocasión no iba a ser menos, y las últimas horas del atardece me regalaron con esa “hora azul” que tiño troncos y fondo de este tono entre inquietante y evocador que tan bien contrasta con las hoja de color marrón aún presentes en los árboles, confiriendo un aspecto de pintura romántica a la imagen final.

Parque natural el Montseny (Barcelona).

Nikon D2x, AF-S Nikkor 70-200 f2.8 VR ED, polarizador, trípode, Raw, ISO 100.

miércoles, 18 de octubre de 2017

El alma del bosque



El título que acompaña a esta entrada podría sonar una tanto presuntuoso si no fuera porque aquellos a los que nos gusta transitar y desarrollar nuestro trabajo en los bosques sabemos a “ciencia cierta”            que algunos tienen “alma” y otros no.

Por “alma” quiero dar a entender un concepto entre estético y emocional, una suerte de equilibrio entre los elementos que hacen que sientas que estás en un lugar especial, unas condiciones que invitan a la introspección, a la contemplación, a la admiración de las posibilidades gráficas, compositivas o estéticas que hacen que te sientas movido a impulsar tu labor fotográfica y a volver a esta ubicación una vez terminada la sesión.

A los que nos gusta fotografiar bosques, sabemos muy bien a donde ir y donde es mejor no volver, estos últimos, lugares sin “alma”, poco nos van a aportar.

La imagen que acompaña la entrada, tiene la intención de reflejar ese “alma” que tienen algunos bosques o rincones de bosque, en concreto, y en el caso que nos ocupa, la disposición de las ramas en su máximo esplendor otoñal envueltas entre los troncos de un gris pálido, casi blanquecino de unos de mis ayedos preferidos contribuyen a acentuar esa sensación.

Parque natural del Montseny (Barcelona).

Nikon D2x, AFS Nikkor 70-200mm f2.8, polarizador, trípode, Raw, ISO 100.