Amanece en uno de los rincones de mi preferencia en la Costa
Brava.
Una mañana a inicios de verano, unos años atrás, con una temperatura ideal y
una brisa de lo más agradable.
Como premio, un cielo que respondió a las expectativas y el
contraste de este con el ir y venir de las olas, que a una velocidad de
obturación de segundos se convertían en un mar de sedas con discretos pero
elegantes tintes turquesa.
A pesar de lo artificial de la bandera en la isla, esta no desmerece
al conjunto.
Nikon D2x, AF-S Nikkor 17-35 f2.8 ED, polarizador, DN-3,
trípode, Raw, ISO 100.
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