jueves, 16 de noviembre de 2017

Cuando el trazo lo pone el viento



Todo depende del prisma con el que miramos las cosas.

En la fotografía de o en los bosques, uno de nuestros mejores aliados suele ser la ausencia de viento. 

Gracias a ello podremos trabajar con diafragmas cerrados garantizado la profundidad de campo necesaria, y tan o más importante si cabe, la definición y nitidez de las hojas que aparecen en la escena.

Pero como todo es relativo, dependiendo del día de la sesión o de un periodo de esta, la tranquilidad a la que nos referíamos no solo no se produce, sino que el viento todo lo puede y zarandea sin compasión alguna, hojas y ramas circundantes. Es el momento de ver una oportunidad en el problema y jugar creativamente con las posibilidades que nos ofrece esta situación.

En la imagen que encabeza esta entrada, se optó por jugar con un diafragma bastante cerrado forzando así una velocidad lenta, gracias a la cual aprovechamos la fuerza del viento para “pintar” una imagen que de otro modo no sería posible.

El resultado, como siempre será valorado según el criterio del espectador, pero creo que ofrece una visión poco común de un rincón del bosque con cierta estética y fuerza visual.

Nikon D2x, AFS Nikkor 70-200mm f2.8 VR ED, polarizador, trípode, Raw, ISO 100, trípode.

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