Siempre
he estado de acuerdo con la expresión “La luz es el pincel el fotógrafo” pues
es precisamente la luz la que nos permite ver y captar con diferentes
aproximaciones visuales los entornos en los que desarrollamos nuestra actividad
fotográfica por muy conocidos que estos sean para nosotros.
Y para
muestra un botón: La imagen que ilustra este post corresponde a uno de los
recodos que prácticamente trabajo cada otoño en uno de mis recorridos por el
parque natural del Montseny (Barcelona). Lo he fotografiado prácticamente a
todas las horas del día, eso sí, siempre con cielos tapados, pues considero que
es la iluminación más adecuada al motivo de elección, y a poder ser, en
momentos calmados con respecto al viento, aunque dado que el rincón escogido se
halla en una curva del camino, este último aspecto suele ser más difícil.
Como
considero que uno de los mejores aliados del fotógrafo en el campo es esperar a
que las luces desaparezcan, lo que hace que en la mayoría de los casos acabes
siendo el último en abandonar el lugar, en esta ocasión no iba a ser menos, y
las últimas horas del atardece me regalaron con esa “hora azul” que tiño
troncos y fondo de este tono entre inquietante y evocador que tan bien
contrasta con las hoja de color marrón aún presentes en los árboles,
confiriendo un aspecto de pintura romántica a la imagen final.
Parque natural
el Montseny (Barcelona).
Nikon
D2x, AF-S Nikkor 70-200 f2.8 VR ED, polarizador, trípode, Raw, ISO 100.
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