La luz
siempre marca la diferencia en los resultados fotográficos, por ello merece la
pena aprovechar hasta los últimos momentos pues podemos obtener resultados con
los que a priori no contábamos.
La
sesión en la que se realizó la imagen se situó en uno de los hayedos de mi preferencia
en el que el acceso no es nada intuitivo, donde nunca he coincidido con nadie,
y cuya cubierta vegetal es de lo más cerrada.
Por último, la pendiente de la ladera en el que se ubica es de lo más
pronunciada e invita poco a visitas. El ambiente perfecto para unas horas de
trabajo casi mágicas.
Tras
trabajar diferentes composiciones en las que jugando con uno de los rincones en
los que el paisaje era de lo más abigarrado, por lo que el reto era encontrar
cierto orden en el desorden, así como intentar sacar partido de los diferentes
colores de las hojas que mostraba el árbol elegido, el esperar hasta los
últimos momentos de luz proporcionó su recompensa: Esos tonos azulados en
troncos y ramas que confieren un aspecto diferente y con una estética un tanto
particular a la imagen. Entre misteriosa y onírica.
Parc
natural del Montseny (Barcelona).
Nikon D2x, AFS Nikkor 70-200mm f2.8 VR ED, polarizador, trípode,
Raw, ISO 100.
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