¿Cómo trabaja nuestra mente en el campo?
Sencillamente, como en todos los aspectos de la vida, cada persona emplea sus recursos basados en educación, experiencias, influencias, carácter, etc. en la toma de sus decisiones cotidianas, y ese proceso permite ir avanzando a cada uno en su desarrollo personal.
En la fotografía, nuestra mente sigue ese mismo camino en la toma de decisiones, pero centrado en la percepción visual de las imágenes y de las sensaciones que pretendemos transmitir.
Dependiendo de la curva de aprendizaje personal de cada fotógrafo, vamos pasando por diversas fases, que sin ser claramente sucesivas nos permiten ir avanzando poco a poco en la búsqueda de nuestra propia manera de mostrar el entorno natural en el que nos movemos.
Desde las primeras imágenes que nos impactan, pasando por un proceso de aprendizaje de multitud de técnicas, en épocas nos obsesionamos con el equipo y paralelamente vamos descubriendo nuevas posibilidades conforme trabajamos en el campo, quedando la técnica y el equipo poco a poco como herramientas valiosas, pero en definitiva herramientas. Vamos incorporando nuevas percepciones a nuestro proceso de trabajo, mientras paralelamente el trabajo de otros autores añade nuevas perspectivas a nuestra "mirada personal. Se va creando en nuestra mente un imaginario personal, nutrido de las propias experiencias e influido por las ajenas para de nuevo ir ampliando las propias, y así en un recorrido de continuo aprendizaje que no tiene final. Esa es precisamente la grandeza de este proceso.
La imagen adjunta corresponde a una de las sesiones realizadas durante este otoño en la Cerdanya (Girona). Tras localizar una zona con bastantes posibilidades, mi actividad se centraba en la búsqueda de contrastes entre los árboles caducifolios y los abetos que los rodeaban, hasta que descubrí este magnífico grupo de ejemplares.
Mi mente inmediatamente me transportó a las idílicas imágenes de algunos autores Norteamericanos como Christopher Burkett o Charles Crammer, ambos influidos a su vez por Ansel Adams.
No pude por menos que intentar componer una imagen en la línea de estos grandes maestros, con mis limitaciones por supuesto, convencido una vez más de que no podemos escapar a nuestra influencias y que en definitiva sin ellas nuestras bases de trabajo progresarían con muchas más limitaciones.
Nikon D2x, AF-S 70-200 F2.8, polarizador, Raw, ISO 100.
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