Aunque no se puede generalizar, las luces del amanecer, previas a la salida del sol, tienden a teñir el paisaje hacia los tonos rosados y azulados. Si además estamos en la costa, el agua del mar refleja esos tonos e incrementa el efecto de las primeras luces.
Dado que a esas horas la cantidad de luz que capta nuestro equipo es poca, se hace necesario el empleo de una exposición de varios segundos, gracias a lo cual, las idas y venidas del agua debidas al oleaje tienden a quedar atenuadas en la imagen. Este efecto, junto con los relejos de la luz en la superfice del agua, presenta a esta con una textura sedosa.
Por último, y debido a la diferencia de intensidad lumínica entre el cielo y la superficie del agua estaremos obligados al empleo de un filtro degradado neutro.
Imagen realizada en la Costa Brava.
Nikon D2x, 18-35 f4-5.6, polarizador, DN-3EV, trípode, cable y espejo levantado. Raw, ISO 100.
No hay comentarios:
Publicar un comentario