El sol había desaparecido tras el horizonte, y tanto el crepúsculo como el ocaso no presentaron tonalidades dignas de mención para la realización de paisajes fotográficos. La alternativa era centrarse en la composición e intentar aislar visualmente alguna de las estructuras petreas sin otra referencia que su morfología y un entorno un tanto sobrecogedor.
Dado que apenas se daban diferencias tonales entre la superficie del agua y el cielo, el empleo de filtro degradado neutro, polarizador y la exposición de algunos segundos, homogeneizaron mar y cielo dando la impresión de continuidad entre ellos.
Fotografia realizada en la Costa Brava (Girona).
Nikon D2x, Nikkor AFS 70-200 F2.8, polarizador, DN-3, trípode, Raw, ISO 100.
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